Let’s go away

 
No hace mucho mi padre me consiguió unos cuantos juegos de la consola Sega Saturn, muy probablemente salidos de un armario abandonado, un desván polvoriento o, en el peor de los casos, de un cubo de la basura, que es donde suelen ir a parar este tipo de artículos hasta que un tipo como yo pregunta por ellos y el propietario sufre de un ataque de hipernostalgia que le conduce a querer que le entierren con ellos.
 
Pero entre toda la morralla que venía en el pack, había un juego que sobresalía por su carisma entre todos los demás, a pesar de ser tan común o más que los otros. Ese juego era el perenne, y siempre recordado por la muchachada noventera habitual de los salones recreativos, Daytona USA.
 
 
Un juego nacido en los salones arcade, famoso por sus posibilidades multijugador, las cuales disfruté yo mismo en compañía de mis dos amigos, David y Héctor, habituales de lo que ahora se llama SolPark en la Puerta del Sol de Madrid. Hasta cuatro tíos se podían sentar a jugar a la vez, y en la Vaguada, allá por el año 1994, pude ver hasta 8 asientos interconectados. Algo imposible de olvidar, a pesar de que en los tiempos del juego online, donde hasta 16 tíos se lían a tiros en un mismo mapa, suene ridículo.
 
 
La versión para Saturn no cuajó por no poder mostrar ni de lejos la espectacularidad de la máquina, pero ahí quedo como posibilidad de disfrutar sin pagar, cada vez que querías jugar, de un entretenido juego de coches basado en la licencia NASCAR. 
 
Viendo la nostalgia que me invadía,  no pude evitarlo, conecté la Saturn para ver si el juego funcionaba, ya que por su estado parecía haber sido utilizado para espantar a las palomas colgado en un balcón o como posavasos. Alegría la mía cuando vi que el juego arrancaba y podía conducir una vez más a 220 kilómetros por hora con cambio automático de marchas por un circuito caracterizado por un Sonic tallado en la piedra al más puro estilo del Monte Rushmore. Después me tocó trastear por lo menús del juego, y en opciones, para colmo de la nostalgia, había un banco de pruebas de BSO, donde poder escuchar las canciones incluidas en el juego. Si, esto, la BSO original, que ahora sólo algunos juegos incluyen como un extra que hay que agradecer después de pagar 70 euros, era algo normal por aquellos tiempos, ya fuera en el menú del juego, o bien en el propio CD como pistas de audio cuando el CD empezó a ser el formato estandar.
 
Y entre toda la selección de la BSO original destacaba con luz propia un simple tema, "Let’s Go Away", que era la música que sonaba mientras la pantalla del juego mostraba el eterno "Insert Coin" y lucía una demostración de una carrera. En los salones recreativos, con tantas máquinas puestas, normalmente no se escuchaba nada de nada, pero ese tema de Daytona, tan agudo, pero sin ser molesto, era de lo poco que se escuchaba, y se grababa a fuego en el cerebro de cualquier adolescente que pasara allí más de una hora, siendo yo uno de estos adolescentes.
 
Quizá el tema sea una mierda pinchada en un palo, pero ya sabeis que la nostalgia deforma todo tipo de percepción, así que no podía dejar de incrustar la canción por aquí, tanto la versión de la introducción de la máquina, como el tema original, más largo. Nunca se pueden olvidar los grandes clásicos.
 
 
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2 respuestas a Let’s go away

  1. Eugenia dijo:

    Uy, veo que hace mucho que no escribes, ¿estás trabajando mucho?, jiji.

  2. Julius dijo:

    Si, no veas como tiene el negrero de Bill Gates, ahí jugando todo el día a su consola.Ahora en serio, con el feedback totalmente nulo que tiene mi blog, me sorprendo a mi mismo escribiendo algo de vez en cuando.

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